La pandemia de Covid-19 ha trastocado todos los aspectos de la vida, tanto de la personal como de la profesional. La digitalización era una tendencia consolidada antes de que se produjera la crisis sanitaria; desde todos los ámbitos se apuntaba en esa dirección para ganar competitividad en el futuro, pero lo que nadie preveía es que, de repente, se acelerara tanto el proceso. Lo que en principio se planteaba como una carrera de fondo ha pasado a ser un sprint en toda regla. Como consecuencia, las prioridades también han cambiado y los profesionales clave de la empresa han tenido que aprender a adaptarse a un nuevo escenario. Esa capacidad de adaptación es hoy un valor en alza.
Los expertos en recursos humanos ponen de relieve que ahora empiezan a tener especial importancia aspectos que antes no eran los más apreciados. Además de los perfiles más digitales, con protagonismo para el mundo cloud, cobran mayor valor las denominadas habilidades blandas entre las que se podrían incluir elementos como la creatividad, la capacidad de persuasión y de colaboración, la inteligencia emocional… Todas ellas tienen un elemento en común: son difíciles de identificar para los responsables de atraer talento a la empresa.
La revolución digital ha convertido la capacidad de colaboración en factor decisivo para el buen funcionamiento de los equipos de trabajo, sobre todo cuando el trabajo en remoto ha dejado de ser una situación excepcional y se ha convertido en una realidad, ya sea en su versión completa o en modelos mixtos. La organización del trabajo se ha visto impulsada hacia sistemas mucho más flexibles, donde se desdibujan las rígidas estructuras jerárquicas, pierden peso factores como la supervisión constante y lo ganan otros como la autogestión y la asunción de responsabilidad por parte de cada uno de los miembros de un equipo. Siendo importantes, los conocimientos técnicos empiezan a pasar a un segundo plano, mientras que elementos como la capacidad de comunicación o de resolución de problemas a distancia se erigen como cualidades en auge.
Con la implantación de las nuevas formas de trabajo y el cambio de prioridades, el papel de los directores financieros dentro de la empresa ha ido aumentando su importancia, pues han pasado de realizar tareas estrictamente financieras a asumir nuevas responsabilidades en la estrategia de la empresa, con funciones de corte más creativo. Además de los retos que plantea la digitalización, el mundo de los negocios se ve abocado a enfrentar nuevas necesidades relacionadas con la sostenibilidad y la incorporación de estos criterios a la orientación del negocio. También crecen las oportunidades para procesos de fusiones y adquisiciones, los requisitos de buen gobierno corporativo. En todas estas áreas, el director financiero cuenta con la preparación adecuada para aportar valor en la gestión estratégica de la empresa, puesto que tienen una visión global de toda la organización. Por sus conocimientos, es la figura adecuada para aportar una dosis de realismo en los planes de crecimiento de negocio para evaluar el potencial de rentabilidad de las inversiones que requiere llevar a cabo esos planes.
Mayor implicación en el negocio
Ha llegado el momento en que los responsables del departamento financiero deben adaptarse al cambio y desarrollar nuevas habilidades, implicándose en la gestión global del negocio. Su aportación será vital a la hora de proporcionar al resto de departamentos la información y las herramientas precisas para actuar de manera ágil y eficiente a los rápidos cambios que depara la nueva realidad del mercado. Buena muestra de tales capacidades ha sido la actividad de los CFO durante lo más duro de la pandemia, momento en el que centraron sus esfuerzos en lograr la liquidez suficiente para asegurar la continuidad de la empresa. Una vez superada la fase inicial, han debido intentar anticipar posibles escenarios ante las fuertes caídas de ingresos. De esta forma han buscado proporcionar estabilidad a la empresa y mantenerla en posición de afrontar el futuro desarrollo cuando las circunstancias se mostrasen favorables.
La gran baza del director financiero dentro de la estructura ejecutiva de la empresa es su capacidad analítica y su elevada competencia para la interpretación de los datos. La gran cantidad de información que hoy manejan las empresas ofrece enormes posibilidades para corregir lo que no funciona, prever lo que tiene más perspectivas de crecimiento y anticipar nuevas tendencias. Si, además, es capaz de transmitir la información de manera comprensible al resto de la cúpula directiva y de trabajar en equipo se convertirá en una figura muy influyente en la toma de decisiones. Para ello, es necesario que los nuevos directores financieros combinen sus conocimientos contables con una facilidad para interactuar en el ámbito digital.
Aquellos perfiles financieros que se muevan bien en ambos mundos encontrarán más opciones para avanzar en eficiencia, pues la tecnología será clave para implementar soluciones de automatización. Teniendo en cuenta la ya comentada capacidad del director financiero para analizar la información y la visión global de la empresa que le proporcionan, se encuentra en una posición de privilegio para detectar los procesos que deben revisarse y los que han quedado obsoletos. No obstante, uno de los aspectos en los que hay que trabajar para que los pasos siguientes sean los apropiados es en obtener datos de gran calidad, puesto que, a menudo, la dificultad estriba en homogeneizar los datos internos y los externos, con el fin de contar con información consistente y fiable.
Por otra parte, en lo que afecta a su labor más primigenia, la tecnología también está modificando ya la dinámica de trabajo de los directores financieros. El uso cada vez más habitual de plataformas, sistemas en la nube, innovaciones como el blockchain o la inteligencia artificial, hacen que el director financiero tenga que adaptarse a entornos más colaborativos. La tendencia es clara e imparable; los profesionales del ámbito financiero tienen que dar un paso al frente ante los nuevos retos a los que se enfrentan las empresas, porque sus capacidades van a resultar muy valiosas para diseñar las estrategias para el futuro del negocio.