La contabilidad es algo fundamental para cualquier empresa, con independencia de su tamaño. Desde el punto de vista normativo, supone una obligación legal, concretada en un Plan General Contable que define las características de cada cuenta contable y su utilidad desde una óptica fiscal. Operativamente, es una poderosa herramienta de control y de seguimiento que sirve para conocer los impuestos que debe abonar una entidad así como para cuantificar los gastos y los ingresos que se producen, favoreciendo una adecuada gestión de la tesorería.
Una óptima administración de la contabilidad aporta múltiples ventajas a una organización. Ofrece una información de gran valor sobre la posible ineficiencia de ciertas operaciones, en relación a poder concretar con mayor detalle presupuestos para cada departamento. También es útil para determinar con mayor realismo cuánto cuesta producir un bien y a qué precio se puede vender. Desde un punto de vista de gestión del negocio, contribuye a anticipar posibles cambios en la industria (por ejemplo, detectando cambios repentinos en los costes de la cadena de suministro) o a ejercer un mayor control sobre los gastos y las inversiones.
CFO: más allá de la gestión contable
Tradicionalmente, la contabilidad de una empresa era responsabilidad del chief financial officer (CFO, también denominado en España como director financiero), que tenía la tarea principal de encargarse adecuadamente de todo lo relacionado con los impuestos. Sin embargo, su rol actual va mucho más allá, y tiene los cometidos generales de llevar a cabo la planificación financiera y otros asuntos económicos de la entidad.
Por ejemplo, desempeña un papel clave en el análisis financiero de la compañía en relación a su mercado de referencia, determinando cómo de cerca se encuentra para poder cumplir con los objetivos estratégicos fijados. También es responsable de realizar presupuestos sobre previsiones de gastos tanto a corto plazo (a unos meses vista) como a largo plazo (con varios años de anticipación), estimando las necesidades económicas y financieras de la empresa.
Fuera del ámbito estrictamente contable, soporta otras tareas, como el liderazgo del departamento financiero, las relaciones con stakeholders relevantes para la compañía dentro de su ámbito de competencia (bancos, inversores, corredores de bolsa,…) y el desarrollo de relaciones de comunicación de confianza con otros responsables, socios y directivos de la entidad cuya toma de decisiones puede verse afectada, de un modo u otro, por la información contable, como el director general (CEO), el responsable de operaciones (CFO), el director de marketing (CMO), el encargado de las comunicaciones (CCO) o el responsable de tecnología (CTO).
En definitiva, un CFO del siglo XXI aporta valor a su compañía gracias a su profunda visión de la realidad desde distintas ópticas, que le permite disponer de un conocimiento financiero y contable amplio, y que añade información de gran relevancia para que se puedan llevar a cabo los objetivos orgánicos de la entidad.
Controller financiero: supervisión y garantía de cumplimiento
Un gran número de pymes dispone de la figura de un controller financiero, que, sobre todo, ejerce el rol del control y la supervisión de las finanzas, sirviendo de enlace entre la contabilidad y la propia gestión de la entidad. En los últimos años, su figura también ha dado un salto cualitativo importante ya que, en la actualidad, juega un papel clave para la confección de estrategias que eviten posibles situaciones y contingencias de crisis, gracias a que conoce a la perfección el departamento financiero y es capaz de encontrar sinergias entre los objetivos del CFO y los del consejo de dirección.
Además, ejerce otra serie de responsabilidades como, por ejemplo:
- la de verificación del cumplimiento de las metas fiscales fijadas (garantizando que cumplen con la normativa establecida a tal efecto);
- la de identificación de posibles errores o desviaciones desde una óptica financiera;
- la de asegurar que se están cumpliendo con las reglas contables vigentes;
- la de supervisión en la elaboración de las cuentas anuales de la compañía;
- la de establecer un seguimiento de las cuentas por cobrar y de los morosos pendientes;
- la de gestión de la relación con los auditores externos;
- la de formación y motivación del equipo contable a su cargo;
- la de concretar mejoras dentro de la compañía, analizando las decisiones estratégicas que lleva a cabo la compañía para realizar nuevas inversiones o para comercializar nuevos productos.
Desde el punto de vista contable, puede proponer que se establezcan soluciones digitales que optimicen su gestión. En este sentido, Fuell permite crear tarjetas virtuales personalizadas para cada proveedor, estableciendo mecanismos de relación entre ambas partes más cómodos, más seguros y sobre los que se puede ejercer un mayor control de todas las operaciones.
El controller es, en pocas palabras, el profesional que supervisa la realidad diaria de las operaciones financieras y contables de la entidad, debiendo proponer ámbitos de mejora siempre que lo considere oportuno, para llevar a cabo una gestión más eficaz, productiva y operativa. El CFO, por su parte, ejerce un rol clave como persona de confianza del director general, siempre es el máximo responsable de las finanzas de la compañía y dispone de unas competencias muy relevantes de cara a la confección de la estrategia a largo plazo de la organización. Para cualquiera de estas dos figuras, contar con soluciones digitales que automaticen y mejoren la gestión de la contabilidad es fundamental de cara a garantizar un mejor comportamiento a todos los niveles de la empresa.
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